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Qué es la sed y qué depende de ella.

La sed no es una sensación simple, sino un estímulo fisiológico muy importante que tiene como objetivo mantener la cantidad de agua presente en el cuerpo en equilibrio.

En un hombre adulto, el agua constituye aproximadamente el 60% del peso corporal, un poco menos en el cuerpo femenino (alrededor del 50%) debido a un mayor porcentaje de tejido adiposo.

Para mantener un volumen constante de agua corporal, existen muchos mecanismos reguladores, entre los que destaca la ingesta de agua del exterior. Sin el precioso estímulo de la sed, los otros sistemas de control involucrados en el balance hídrico, incluida la regulación de la diuresis y la sudoración, serían completamente insuficientes para asegurar la propia supervivencia del cuerpo. De hecho, los riñones no pueden restaurar la pérdida de agua, sino solo mantenerla.

Desde un punto de vista puramente fisiológico, el reflejo de la sed se desencadena en presencia de un desequilibrio entre el agua y las sales que circulan en la sangre; la reducción del volumen plasmático (la parte líquida de la sangre) o el aumento de la concentración de las sales disueltas representa una clara señal de alarma; En estas condiciones, es esencial asegurar un suministro adecuado de líquidos desde el exterior.

La investigación y la ingesta de agua están presididas por una región hipotalámica particular, conocida como el centro de la sed y sensible a los estímulos antes mencionados. En este sitio anatómico hay receptores específicos, llamados osmoceptores, que activan el reflejo de las sedas cuando la osmolaridad del plasma excede los valores estándar. Se inhibe el mismo reflejo, que se frena (ausencia de sed) en condiciones opuestas a las anteriores.

Además del control hipotalámico, diversos factores locales contribuyen a regular la ingesta de líquidos, como la sequedad de la mucosa oral y faríngea.

Es interesante notar que el acto de beber es suficiente para calmar, al menos temporalmente, la sed. Nos damos cuenta de esto cuando succionamos un cubito de hielo y, a pesar de las modestas cantidades de líquido introducidas, conseguimos calmar una sed particularmente obstinada. Además, la dilatación de la pared gástrica ayuda a detener la estimulación de la sed, evitando una disminución excesiva de la osmolaridad debido a una ingesta exagerada de líquidos.

Pero la sed, al igual que el hambre o más bien el apetito, no es el resultado de simples factores fisiológicos. De hecho, el ser humano es llevado a beber incluso en ausencia de un estímulo real de sed, por ejemplo debido a ciertos hábitos culturales y sociales.

Sed y salud

Es importante recordar, en primer lugar, que la estimulación de la sed se atenúa en los ancianos. De ahí la recomendación de beber al menos un litro y medio al día: dos litros de agua, independientemente de la percepción de este estímulo.

La sensación de sed se suprime como resultado de una lesión cerebral y pérdida de conciencia. En cambio, se produce un aumento de este impulso en condiciones de diabetes no tratadas y en presencia de una hemorragia importante, debido, respectivamente, al aumento de las pérdidas de líquidos con la orina (poliuria inducida por hiperglucemia) y la disminución del volumen plasmático.

Como experiencia común, la sed aumenta mucho cuando realiza una actividad física costosa, especialmente si se realiza en ambientes cálidos. En este sentido, es bueno recordar que si el sujeto reemplaza los líquidos perdidos con agua con un residuo fijo bajo, se restaura el volumen de plasma pero no su concentración salina, que se diluye aún más agravando el déficit de electrolitos (hiponatremia). Precisamente para combatir este fenómeno, que en casos extremos puede causar calambres, una reducción significativa en el rendimiento e incluso volverse letal, muchas bebidas enriquecidas con sales minerales están en el mercado. Entre los estantes de los supermercados o en tiendas especializadas, los suplementos salinos también están disponibles en forma de polvo que siempre deben agregarse a las bebidas en las dosis indicadas en la etiqueta. Cuando se superan, de hecho, la alta concentración de solución salina en el intestino retira líquidos por gradiente osmótico, eliminándolos del plasma, causando diarrea y agravando el estado de deshidratación corporal.