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La dislocacion

Dislocaciones y dislocaciones.

Los 206 huesos que forman el esqueleto humano se mantienen unidos por las articulaciones que se clasifican, según el grado de movilidad, en fijo, móvil y semi-móvil. Cada articulación móvil está rodeada y apoyada a su vez por ligamentos y un manguito fibroso, llamado cápsula articular, que cubre toda la articulación. La estabilidad de las dos cabezas óseas también está garantizada por los tendones de los músculos que se insertan cerca de la línea de la articulación.

La dislocación o dislocación es un evento traumático que causa la pérdida de relaciones mutuas entre las cabezas articulares de una articulación. El deslizamiento cartilaginoso de las dos extremidades óseas está permitido por la ruptura, al menos parcialmente, de la cápsula y los ligamentos que estabilizan la articulación. Algunas veces estas lesiones están asociadas con cartílago articular, vasos, huesos, piel (dislocación expuesta) y nervios. Estas rupturas contribuyen a agravar aún más la situación: una lesión en la piel, por ejemplo, aumenta considerablemente el riesgo de infección, mientras que una lesión nerviosa se asocia con una pérdida de sensibilidad y fuerza muscular.

Las dislocaciones se dividen en completas e incompletas. En el primer caso hay una clara separación entre las dos superficies articulares, mientras que en el segundo las cabezas óseas permanecen parcialmente en contacto entre sí. En ambos casos, es necesaria una intervención externa para sacar las dos superficies de la articulación del sistema. Por otro lado, si después del accidente las dos extremidades óseas se reposicionan por sí mismas, no se discuten más dislocaciones sino distorsión articular.

Las dislocaciones afectan con mayor frecuencia el hombro (alrededor del 50% de los casos), el codo, la cadera, los dedos y la rótula; Las subluxaciones son más comunes en el tobillo y en la rodilla.

Una dislocación se manifiesta en la gran mayoría de los casos cuando un trauma fuerte afecta la articulación o cuando, durante un movimiento, supera el límite de la movilidad normal. No es casual que las articulaciones más afectadas sean también las más móviles; A nivel conjunto, por lo tanto, la movilidad y la inestabilidad van de la mano.

Por esta razón, aquellos que practican deportes como el rugby, las carreras de caballos, el esquí, el voleibol, el baloncesto, la lucha u otros deportes de contacto corren un mayor riesgo de sufrir este tipo de lesiones.

Los síntomas

  • Inestabilidad articular
  • Imposibilidad en los movimientos que involucran la articulación afectada.
  • Deformación visible y palpable de la articulación.
  • Dolor súbito y agudo enfatizado por la palpación.
  • Hinchazón, abrasión, piel con moretones.

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diagnóstico

El diagnóstico de dislocación es a menudo bastante inmediato, ya que el daño articular es visible a simple vista o palpable. Sin embargo, para tener un cuadro clínico completo, es aconsejable someterse, antes del reposicionamiento, a pruebas de diagnóstico como radiografías e imágenes de resonancia magnética. Estas pruebas pueden resaltar cualquier complicación (fracturas óseas, lesiones vasculares, nervios, etc.). El examen radiográfico se repetirá después de la operación de reposicionamiento para verificar la alineación de la articulación.

Tratamiento y rehabilitación.

En la fase aguda del trauma, la tarea de reducir la dislocación recae exclusivamente en el médico que, gracias a su conocimiento, puede volver a colocar las superficies articulares en su lugar sin crear, o minimizar, cualquier otra lesión. A veces esta maniobra se realiza bajo anestesia local.

Cuando se disloca, es importante intervenir con prontitud (dentro de las 24-48 horas). Si se retrasara para reducir la dislocación ya después de un par de días, surgirían los fenómenos de cicatrización que harían necesario el reposicionamiento quirúrgico. El paciente o los rescatistas, por supuesto, no tendrán que intentar de ninguna manera reemplazar la articulación. Esperar el alivio intentará inmovilizar la articulación con el máximo cuidado y evitar movimientos bruscos. Siempre en la fase aguda del trauma, para reducir la hinchazón y la dolorosa sintomatología, será posible aplicar hielo en la zona afectada.

Una vez que se haya reducido la dislocación, el tratamiento de rehabilitación tendrá como objetivo devolver la movilidad y la funcionalidad perdidas a la articulación.

En la mayoría de los casos, se sigue un período más o menos largo de reposo absoluto (1-6 semanas). En casos menos graves es posible intervenir en la articulación lesionada con intervenciones de movilización temprana. En esta primera fase, si hay un dolor muy fuerte, los medicamentos antiinflamatorios y los analgésicos se administran por vía oral o mediante infiltraciones locales.

Una vez que finaliza la fase de inmovilización, se continúa con el tratamiento de rehabilitación, destinado a fortalecer los músculos y recuperar la movilidad perdida. Los ejercicios de tonificación permiten recuperar rápidamente el tono perdido, aumentando considerablemente la estabilidad de la articulación. Esta intervención no es más que FUNDAMENTAL, ya que evita la persistencia de la inestabilidad crónica que aumentaría considerablemente el riesgo de nuevas dislocaciones.

Solo después de estas fases, que en promedio requieren de 6 a 10 semanas, el atleta puede reanudar su entrenamiento gradualmente. En el caso de la subluxación, el retorno a los deportes normales y las actividades laborales es mucho más rápido (de treinta a cuarenta días).

prevención

La prevención de las dislocaciones está dirigida esencialmente al fortalecimiento muscular. Mantener una vida activa y practicar un poco de movimiento es, de hecho, posible mejorar la salud de los tendones y articulaciones, aumentando la estabilidad de las articulaciones y reduciendo el riesgo de dislocación. En los deportes de contacto también es útil utilizar dispositivos de protección adecuados.

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