nutrición y salud

Desnutrición en el adulto mayor.

La desnutrición significa un estado de cambio funcional, estructural y de desarrollo en el organismo, que resulta en la alteración del equilibrio entre las necesidades y el ingreso (o uso) de nutrientes dietéticos, lo que promueve la morbilidad y aumenta el riesgo de mortalidad.

En los ancianos, la malnutrición se produce más fácilmente que en otros grupos de edad, y con el envejecimiento, el cuerpo reduce muchas de sus capacidades fisiológicas, lo que provoca un cambio en la composición corporal. Estas alteraciones se traducen en:

  • Relación de masa magra (FFM) / masa grasa (FM) a favor de la grasa
  • Reducción de la hidratación general.
  • Reducción de la mineralización ósea.

La desnutrición en los ancianos se puede clasificar como primaria y secundaria; la desnutrición primaria está vinculada a hábitos alimenticios inapropiados influenciados por factores fisiológicos, patológicos, socioeconómicos y ambientales; la desnutrición secundaria depende principalmente de la alteración de la capacidad digestiva, el potencial de absorción intestinal reducido, el transporte de sangre ineficaz y la mala metabolización de los nutrientes; todo esto se ve agravado por una percepción reducida de los estímulos corporales (hambre y sed) y por la predisposición a la comorbilidad psiquiátrica (trastornos depresivos y / o ansiosos) o trastornos neurodegenerativos (Alzheimer, Parkinson, etc.).

La tendencia a la malnutrición de las personas mayores afecta a todos los nutrientes, incluida la fibra dietética y el agua.

En la tercera edad, el gasto total de energía disminuye significativamente debido a la disminución del metabolismo basal (MB) y el nivel de actividad física (LAF); A menudo, para limitar el aumento de peso excesivo, se reduce la ingesta calórica de la dieta, arriesgándose a comprometer las raciones recomendadas de nutrientes esenciales. En los ancianos, un aumento moderado de la masa adiposa desempeña un papel protector contra las fracturas óseas; por otro lado, la predisposición al aumento de peso, junto con la reducción de los músculos esqueléticos, puede favorecer o agravar diversas afecciones patológicas como la diabetes mellitus, Hipertensión, dislipidemias, etc.

Para prevenir la desnutrición en las personas mayores, es esencial:

  • Garantizar el ingreso de proteínas de buen valor biológico que contienen aminoácidos esenciales útiles para la conservación de la masa magra.
  • Promover el consumo de verduras y frutas frescas que contengan una ración abundante de vitaminas solubles en agua, oligoelementos, antioxidantes, agua y fibra dietética.
  • Controlar que la ingesta de carbohidratos NO sea excesiva con el riesgo de comprometer el equilibrio energético-nutricional
  • Promover el reemplazo de algunos alimentos a base de cereales por aquellos que contienen legumbres.
  • Asegurar que los niveles de ingesta de ácidos grasos esenciales estén dentro del requisito mínimo.
  • Limitar el consumo de bebidas alcohólicas.
  • Promover el consumo de agua.

La desnutrición en los ancianos a menudo se ve exacerbada por condiciones patológicas significativas; Las enfermedades esofágicas (dispepsia, reflujo y diverticulosis), gástricas (gastritis y úlceras) y las enfermedades intestinales (estreñimiento, diverticulosis, enfermedad de Crohn, etc.) comprometen tanto los hábitos alimenticios como los niveles de absorción de nutrientes.

Para garantizar el envejecimiento natural y limitar las intervenciones de salud en pacientes geriátricos, es muy importante reducir la incidencia de desnutrición en los ancianos y fomentar, cuando sea posible, el mantenimiento de la condición física general mediante un entrenamiento cardiovascular preciso y un plan de fortalecimiento muscular. .

bibliografía:

  • Nutrición y dietética de los ancianos - A. Raimondi - Piccin - página 17