antropometría

Rebote de adiposidad

En el niño, una anticipación del rebote de la adiposidad se considera un indicador temprano del riesgo de desarrollar obesidad en adolescentes y adultos.

Rebote de adiposidad, literalmente significa rebote de adiposidad. Este término indica el proceso de inversión fisiológica de la curva de adiposidad, que normalmente comienza alrededor de los 6 años de vida.

En el infante anterior y luego en el infante, se observa un aumento gradual en los valores de IMC, que continúa hasta el año de edad. Desde la primera infancia, a partir de los 12 meses de vida, los valores de IMC disminuyen, luego se estabilizan y comienzan a aumentar, en promedio, a la edad de 5 a 6 años.

El punto de la curva, cuantificado por una edad específica, se define como un rebote de adiposidad en el que se alcanza el valor mínimo de adiposidad antes del aumento fisiológico en el IMC.

Un aumento en los valores de IMC antes de los 5 años de edad se considera una adiposidad de rebote temprano.

En algunos estudios, una dieta rica en proteínas en los primeros 2 años de vida ha demostrado ser un factor de riesgo para la adiposidad de rebote temprano. Por otro lado, la cantidad calórica y la contribución de los lípidos no parecen influir negativamente en este sentido. Los mismos autores plantean la hipótesis de que el exceso de proteína determina un estímulo para la secreción de IGF-1, una potente hormona anabólica que estimula la proliferación celular, con la consiguiente aceleración del crecimiento, aumento de la masa muscular e hipertrofia-diferenciación de preadipocitos en adipocitos ( hiperplasia del tejido adiposo). Otra hipótesis sugiere cómo una ingesta reducida de lípidos en este grupo de edad hace que el organismo no esté preparado metabólicamente para manejar la ingesta alta de grasa en años futuros, con una mayor predisposición a la acumulación de lípidos. En base a estas consideraciones, no es aconsejable reducir la ingesta de grasas en los primeros años de vida, también debido al hecho de que la leche materna tiene una baja concentración de proteínas y una alta concentración de lípidos. Por lo tanto, un consejo general podría ser dejar al niño una cierta libertad en las elecciones alimenticias, tratando, si es posible, de protegerlo del encuentro temprano con alimentos fritos, bebidas azucaradas (nunca antes de dormir, preste atención a algunos jugos de frutas) y alimentos. excesivamente dulce o salado. De lo contrario, es probable que se aplanen los gustos, con una marcada preferencia por los "alimentos chatarra".

Otros estudios han señalado con el dedo la ingesta de leche de vaca, pero hasta la fecha todavía no se han identificado factores ambientales que puedan influir con certeza en la edad del rebote de la adiposidad.

La lactancia materna es uno de los factores protectores contra la obesidad en adolescentes y adultos; Obviamente, la actividad física, que en este período de la vida se estructurará exclusivamente en forma de juego espontáneo y experiencias motoras, juega un papel importante en la prevención de la obesidad. Sin embargo, se debe prestar atención al aumento excesivo de peso durante el embarazo y al humo, incluso pasivo, en mujeres embarazadas.