colesterol

Las estatinas

Las estatinas (pravastatina, atorvastatina, cerivastatina, fluvastatina) se encuentran entre los medicamentos más efectivos para reducir la colesterolemia total y las LDL. Como se mencionó varias veces en los numerosos artículos dedicados al colesterol, la concentración de este lípido en la sangre está fuertemente influenciada por su síntesis endógena (80%), mientras que la contribución de la dieta es moderada (20%).

Los suplementos comunes utilizados para disminuir los niveles plasmáticos de colesterol (esteroles vegetales, quitosano, glucomanano, etc.) se basan en la reducción simple de su absorción. Las estatinas actúan en cambio en el origen del problema, limitando la síntesis del colesterol endógeno. En particular, estos medicamentos bloquean la actividad de una enzima llamada HMG-CoA reductasa

(Hidrossi-metil-glutaril-coenzima A-reductasa), fundamental en los procesos de síntesis de colesterol, especialmente en el hígado.

Otra gran ventaja de las estatinas radica en su selectividad, que está en la capacidad de reducir, sobre todo, la síntesis del colesterol "malo" (LDL), dejando el "bueno" (HDL) casi sin cambios.

Las estatinas también tienen interesantes propiedades antiinflamatorias, que protegen las paredes de los vasos, estabilizan la placa de ateroma y reducen el riesgo de eventos adversos como ataque cardíaco, angina de pecho y ruptura repentina de un aneurisma.

Las estatinas reducen el colesterol total dependiente de la dosis (en promedio 30-40%), actuando principalmente sobre el colesterol LDL (reducción de 20-25% a 50-60%) y en menor medida en el VLDL; Los triglicéridos plasmáticos también se reducen significativamente (-10%), mientras que el colesterol HDL permanece sin cambios o incluso tiende a aumentar (+ 10%).

Los resultados significativos se registran ya después de un par de semanas desde el inicio del tratamiento y alcanzan su punto máximo después de 30-40 días.

Estatinas y efectos secundarios.

A pesar de su enorme eficacia terapéutica, las estatinas no carecen de efectos secundarios que afectan principalmente al hígado. Las anomalías de la función hepática y los dolores musculares se encuentran entre los efectos secundarios más comunes. Por este motivo, el uso de estatinas está contraindicado en alcohólicos, en el embarazo, en la lactancia, en niños y en pacientes con disfunción hepática. Tampoco deben asociarse con fibratos, medicamentos hipolipidémicos útiles para disminuir los niveles de triglicéridos en la sangre, para el riesgo de miopatía, rabdomiolisis e insuficiencia renal. Incluso los mayores esfuerzos físicos pueden aumentar el riesgo de daño muscular.

La asociación con las resinas de intercambio iónico, por otro lado, es positiva y puede reducir la colesterolemia LDL en un 50-60%, sin comprometer el nivel de HDL.

Aunque las estatinas son generalmente bien toleradas, es una buena práctica monitorear periódicamente los niveles de transaminasas en la sangre como una indicación de posibles problemas hepáticos.

Al inicio de la terapia, pueden aparecer trastornos gastrointestinales (flatulencia, diarrea, regurgitación ácida, náuseas y estreñimiento), pero tienden a retroceder espontáneamente.

A pesar de esto, las estatinas son el fármaco de referencia en el tratamiento de la hipercolesterolemia familiar, un trastorno vinculado a factores hereditarios y caracterizado por una síntesis de colesterol endógena superior a la norma. En estos casos, la terapia de dieta, asociada con la corrección del estilo de vida, puede proporcionar malos resultados, por lo que es necesario recurrir a medicamentos específicos.

Las estatinas también se usan en casos de hipercolesterolemia desconocida o hiperlipidemia mixta. Su efectividad preventiva está fuera de discusión, pero en este sentido no hay falta de controversia sobre el riesgo de usar demasiado. Antes de usar medicamentos para reducir sus niveles de colesterol, es esencial seguir rutas alternativas, como el control dietético y otros tratamientos no farmacológicos (aumento de la actividad física y reducción de peso).