psicología

Miedo a la oscuridad

generalidad

El miedo a la oscuridad (o acluofobia ) es un sentimiento de angustia, o fuerte malestar, que una persona percibe cuando se encuentra en ambientes oscuros .

También conocido como " nictofobia ", este trastorno fóbico es bastante común entre los niños, mientras que es menos común en adultos.

Por lo general, la acluofobia no es el miedo a la oscuridad en sí, sino el temor a los peligros (reales o imaginarios) que podrían ocultarse en la oscuridad. Por lo tanto, el trastorno fóbico se desencadena por la percepción desfigurada del cerebro en relación con lo que podría ocurrir en un ambiente oscuro. El miedo a la oscuridad puede manifestarse temporalmente incluso cuando el sujeto está asustado por episodios de experiencia, pensamientos negativos o ideas consideradas como una amenaza (por ejemplo, una agresión, un robo, una separación, etc.).

La fobia de la oscuridad implica síntomas fisiológicos-somáticos (como, por ejemplo, aumento del ritmo cardíaco, respiración y sudoración) y síntomas psicológicos (ansiedad, paranoia, pánico y angustia).

A menudo, este trastorno fóbico representa un fenómeno pasajero, destinado a desaparecer espontáneamente. En caso de que el miedo a la oscuridad sea extremo, hasta el punto de desencadenar intensos ataques de pánico o una profunda incomodidad en el manejo de las actividades normales de la vida diaria, podría ser útil emprender un camino de psicoterapia o terapia conductual orientada a superar la fobia.

¿Qué

El miedo a la oscuridad es una sensación de fuerte malestar relacionado con la oscuridad y los posibles peligros que estos podrían ocultar.

Un cierto grado de miedo a la oscuridad es natural y puede considerarse bastante normal, especialmente durante las etapas de desarrollo del niño. Sin embargo, si el miedo causa ansiedad o ataques de pánico y se vuelve tan serio que se considera patológico, es una fobia real.

causas

El miedo a la oscuridad es básicamente una forma de ansiedad que se manifiesta cuando el sujeto está expuesto a un peligro potencial o imaginario, sin tener control sobre lo que sucede.

Este trastorno rara vez se observa en niños menores de 2 años.

El miedo a la oscuridad se puede desencadenar de tres maneras:

  • Observar y escuchar los temores de otros niños en la infancia;
  • Después de una experiencia traumática experimentada en el presente (como una agresión, la pérdida de un miembro de la familia, el testimonio de acciones vulgares o particularmente violentas, etc.) o en el pasado;
  • Asociar una sensación física, en este caso, miedo, a un objeto cercano (proceso también conocido como "ancla").

Algunos investigadores, a partir de Sigmund Freud, consideran el miedo a la oscuridad como una manifestación del trastorno de ansiedad por separación . Por otro lado, esta fobia generalmente ocurre durante la infancia, justo en el período en que los niños aprenden a separarse y ser independientes de sus padres, emprendiendo un camino hacia la búsqueda de autonomía.

En los adultos, la acluofobia puede depender de múltiples causas, como:

  • Una forma de apego disfuncional a los padres durante la infancia (por ejemplo, el comportamiento sobreprotector evita que el niño se mida a sí mismo con pruebas en su altura y genere inseguridad);
  • Episodios traumáticos que ocurrieron durante el crecimiento;
  • Dificultad o incapacidad de la persona para conocerse a sí misma y al mundo circundante;
  • Miedos por situaciones que no puedes controlar.

El miedo a la oscuridad se asocia principalmente con estas sensaciones, pero los factores desencadenantes pueden ser diferentes y aparecer en períodos estresantes o particularmente difíciles de manejar.

Síntomas y complicaciones.

La persona que sufre de acluofobia manifiesta una ansiedad insostenible, en condiciones de oscuridad o incluso ante el simple pensamiento de esta situación. En el caso del miedo a la oscuridad, este sentimiento se traduce en la imposibilidad de dormir con las luces apagadas y el miedo de estar solo. En esta condición psicológica particular, la oscuridad esconde a las personas y objetos conocidos de la vista.

Un miedo severo a la oscuridad produce síntomas psicológicos y / o fisiológicos-somáticos, tales como:

  • Sudoración excesiva;
  • náuseas;
  • Boca seca
  • Aumento de la frecuencia cardíaca;
  • Sensación de desmayo;
  • Aumento de la frecuencia respiratoria;
  • Incapacidad para hablar o pensar claramente;
  • Sentimiento de desapego a la realidad;
  • Angustia, paranoia y miedo a morir.

Para contener el miedo, las personas fóbicas ponen en práctica estrategias de evitación, es decir, tratan de no exponerse en la oscuridad, retrasando el tiempo para ir a la cama y / o siguiendo un ritual (verifique que las puertas estén cerradas, que no haya nadie). debajo de la cama y así sucesivamente). Además, el nictófobo puede buscar la presencia tranquilizadora de un miembro de la familia, con serias limitaciones para sus actividades.

El miedo a la oscuridad a menudo se asocia con trastornos del sueño : las personas que padecen esta fobia tienen más probabilidades de percibir y anticipar los sonidos externos, lo que evitaría el sueño.

En los niños, el miedo a la oscuridad provoca desesperados gritos, pesadillas e insomnio. En la edad adulta, la oscuridad típicamente desencadena pensamientos obsesivos e irracionales asociados con una descarga emocional incontrolable.

diagnóstico

En muchos casos, la acluofobia es un fenómeno pasajero, destinado a desaparecer espontáneamente.

Sin embargo, si persiste durante varios meses, el miedo a la oscuridad puede enfrentarse con el apoyo de un psicólogo. Puede ayudar al sujeto a comprender los motivos de su fobia e indicará los remedios o el camino terapéutico más adecuado.

terapia

Para enfrentar el miedo a la oscuridad, es bueno acostumbrarse a la oscuridad desde la infancia . El enfoque debe realizarse de forma gradual y natural, evitando que el niño experimente una sensación de soledad o un cambio repentino de la rutina.

El entorno circundante también juega un papel importante. Para superar el miedo a la oscuridad, puede ser útil mantener una pequeña luz nocturna encendida, para que el niño pueda observar la realidad del dormitorio y no perder el control del ambiente.

En general, debe evitarse la visión del horror o las películas particularmente violentas antes de acostarse, ya que predispone a los sueños opresivos o pesadillas.

En cuanto al abordaje terapéutico, es posible la intervención cognitiva y conductual .

Desde el punto de vista cognitivo, el miedo a la oscuridad se puede enfrentar al racionalizar la reacción fóbica. El tratamiento conductual consiste, en cambio, en exponer gradualmente a la persona a su miedo. En este sentido, es necesario familiarizarse con la oscuridad, planificar las actividades que se llevarán a cabo, primero en condiciones de poca luz y luego aumentar el nivel de oscuridad.