salud de la próstata

Hiperplasia prostática benigna

generalidad

La hiperplasia prostática benigna es una afección caracterizada por un agrandamiento (hiperplasia o hipertrofia) de la próstata, más específicamente de las células prostáticas epiteliales y estromales, que conduce a la formación de nódulos en la región periuretral de la próstata. Cuando estos nódulos son lo suficientemente grandes, comprimen el canal uretral, causando una obstrucción parcial del mismo, lo que interfiere con el flujo urinario normal.

Los síntomas

El agrandamiento de la próstata implica el origen de varios síntomas desagradables, como vacilación para orinar, micción frecuente y / o dolorosa, mayor riesgo de infecciones del tracto urinario y retención urinaria.

En algunos casos de hiperplasia prostática benigna, también se pueden observar niveles altos de antígeno prostático específico (APE), pero estos no deben considerarse una indicación de neoformación maligna; más bien, se deben al aumento en el volumen de la próstata, en consecuencia a la mayor producción del antígeno en sí.

Según varios estudios, se cree que la próstata agrandada puede comenzar en algunos pacientes a la edad de 30 años; refiriéndose a las cifras estadísticas, se observa que alrededor del 50% de los hombres a la edad de 50 años presentan evidencia clínica de la aparición de hiperplasia prostática benigna.

causas

Las causas de esta patología aún no se han aclarado completamente, hasta el punto de que hay opiniones divergentes entre los diferentes investigadores. Hay quienes creen que las micciones y los orgasmos continuos durante nuestro ciclo de vida crean micro-lesiones que liberan una sustancia capaz de causar el agrandamiento de las glándulas cercanas, pero hasta ahora nadie ha podido confirmar esta teoría. Otra hipótesis más creíble afirma que el exceso de andrógenos que llegan a la próstata es el principal factor responsable del agrandamiento de la glándula prostática; estas deducciones se basan en la observación de que los individuos castrados a una edad temprana no desarrollan hiperplasia prostática benigna incluso en la vejez. Sin embargo, hay quienes no apoyan esta teoría, por el simple hecho de que la administración de testosterona exógena u otras hormonas androgénicas no siempre conduce a la aparición de hiperplasia prostática benigna.

diagnóstico

Existen varios tipos de diagnóstico, pero el más utilizado es el examen rectal de la próstata (palpación de la próstata), que en la mayoría de los casos le permite percibir un posible aumento en el volumen de la próstata. En algunos casos este examen no es suficiente; En este caso, se puede realizar una ecografía rectal para distinguir mejor el tamaño de la próstata. Alternativamente o en combinación, se pueden realizar pruebas que miden la concentración en suero del antígeno prostático específico, para excluir la presencia de neoplasias malignas de la próstata.

tratamiento

Los remedios para la hiperplasia prostática benigna son principalmente dos: la farmacológica y la quirúrgica. El tratamiento farmacológico incluye el uso de bloqueadores alfa de última generación, como doxazosina, tamsulosina, alfuzosina y silodosina. Estos fármacos son también los de primera elección para el inicio de la terapia. Los bloqueadores alfa actúan como relajantes de los músculos lisos y relajan los músculos del anillo vesicular, promoviendo así el vaciado de la vejiga y una menor retención urinaria.

Otra categoría de fármacos ampliamente utilizada es la de la enzima 5-alfa reductasa tipo II, como la finasterida y la dutasterida. Estos medicamentos inhiben la conversión de testosterona en dihidrotestosterona, una hormona fuertemente androgénica que parece ser responsable de la hiperplasia de próstata. La aparición de los beneficios de estos medicamentos requiere más tiempo que los bloqueadores alfa, pero por otro lado mejora mucho el cuadro clínico y lo hace por períodos más prolongados.

En algunos casos, también se usan medicamentos antimuscarínicos o sildenafil (Viagra). Los medicamentos antimuscarínicos actúan de la misma manera que los inhibidores alfa, liberando el músculo liso, mientras que el sildenafil ayuda a elevar algunos síntomas con una etiología relacionada con la disfunción eréctil.

Cuando la terapia farmacológica falla, se hace necesario realizar una cirugía para extirpar la próstata. El tipo más común de intervención es el de la resección transuretral de la próstata. Sin embargo, en la última década se han desarrollado varias técnicas de intervención, especialmente en el campo de la cirugía con láser, ciertamente menos invasivas y capaces de garantizar una curación más rápida y una reducción de los riesgos de infecciones posteriores a la intervención.