perder peso

¿Adelgazar intoxica el cuerpo?

Parecerá extraño, pero entre los innumerables beneficios que, en caso de sobrepeso, conlleva la pérdida de peso, también existe un peligro para la salud. De hecho, varios estudios han demostrado que la pérdida de peso corporal, después de una dieta baja en calorías o una cirugía bariátrica, conduce a un aumento en las concentraciones plasmáticas de sustancias tóxicas.

Muchos contaminantes ambientales, como la dioxina, el DDT y sus productos de degradación, el hexaclorobenceno, los policlorobifenilos y otros contaminantes orgánicos persistentes (COP), son moléculas lipófilas ; significa que están relacionados con los lípidos (grasas) y pueden disolverse en ellos.

Una vez introducidas en el cuerpo humano, estas sustancias se metabolizan con extrema dificultad (el metabolismo hepático de los xenobióticos tiende a aumentar su solubilidad en agua para permitir la eliminación de la orina, pero desafortunadamente el hígado no posee enzimas efectivas para la eliminación de COP). Como consecuencia, los contaminantes tienden a acumularse, depositándose preferentemente en el tejido adiposo . Por lo tanto, cuando se produce una pérdida de peso, junto con los ácidos grasos empaquetados en el tejido adiposo en forma de triglicéridos, también se libera la proporción de contaminantes almacenados en los adipocitos.

El discurso también puede verse al contrario, en el sentido de que uno de los efectos negativos de la obesidad es aumentar el depósito de contaminantes orgánicos persistentes en el cuerpo. Aunque la abundancia de tejido adiposo es protector en caso de intoxicación aguda por COP, al mismo tiempo, preservar las sustancias en el cuerpo durante mucho tiempo, contribuye a aumentar su toxicidad crónica. No es sorprendente que estudios recientes sugieran que estos contaminantes están relacionados con las disfunciones metabólicas asociadas con la obesidad, lo que activa un fenotipo inflamatorio en el tejido adiposo. Entonces, más que una excusa para evitar perder peso, la pregunta debe entenderse como una razón más para no engordar .

Luego está la otra cara de la moneda, para la cual sería la misma exposición a contaminantes orgánicos persistentes para promover la obesidad. Este efecto, llamado obesógeno, sería significativo durante las fases particulares de la vida, que son las del desarrollo (desde el período prenatal hasta el final de la pubertad); aunque suponemos una hipótesis sobre el efecto epigenético de estos contaminantes, el mecanismo relativo de la acción obesogénica aún no se ha aclarado.