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Prebióticos

Requisitos para un buen prebiótico.

Los prebióticos son sustancias orgánicas no digestibles, capaces de estimular selectivamente el crecimiento y / o la actividad de una o un número limitado de bacterias beneficiosas presentes en el colon.

El estudio de los prebióticos comenzó en los años 90 con el objetivo de proporcionar nutrientes específicos a la flora bacteriana intestinal, estimulando su crecimiento. Después de conocer las propiedades beneficiosas de los fermentos lácticos vivos y enfrentarse a las dificultades objetivas para hacer que sobrevivan a la digestión gástrica, los académicos intentaron proporcionar al cuerpo los nutrientes óptimos para estimular el crecimiento de la microflora beneficiosa. Estos estudios dieron lugar a prebióticos, sustancias que, según la clasificación actual, deben tener características precisas, que se resumen en los siguientes puntos:

- deben superar, casi ilesos, los procesos digestivos que tienen lugar en la primera parte del tracto digestivo (boca, estómago e intestino delgado);

- deben representar un sustrato de nutrientes fermentables para la microflora intestinal, con el fin de estimular selectivamente el crecimiento y / o metabolismo de una o algunas especies bacterianas;

- deben modificar positivamente la flora microbiana en favor de los simbióticos (bifidobacterias, lactobacilos);

- Deben inducir efectos positivos o sistémicos en la salud humana.

Inulina y prebióticos - Videolección

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Estas restricciones estrictas excluyen de la categoría de los prebióticos muchas sustancias que, aunque no son absorbidas o hidrolizadas en la primera parte del tracto digestivo, son fermentadas de manera no específica por numerosas especies bacterianas. Los prebióticos más conocidos y estudiados son los oligosacáridos y particularmente la inulina y los oligosacáridos de frutas (FOS). Algunos también incluyen otras sustancias como galacto-oligo-sacáridos (TOS), gluco-oligo-sacáridos (GOS) y soja-oligo-sacáridos (SOS) en la categoría prebiótica.

Efectos de los prebióticos en la salud humana.

Los prebióticos ejercen numerosas funciones beneficiosas para el organismo humano.

Disminución del pH fecal con acidificación del contenido intestinal.

La fermentación de prebióticos por microflora intestinal origina ácido láctico y ácidos carboxílicos de cadena corta que, en virtud de su acidez, crean condiciones ambientales favorables para el crecimiento de simbiontes (Bifidobacteria, Lactobacillus Acidophilus) y hostiles para el desarrollo de microorganismos patógenos. Como consecuencia, hay una disminución en la flora "enemiga" y sus metabolitos tóxicos que, cuando están presentes en concentraciones excesivas, favorecen la inflamación de la mucosa y alteran su permeabilidad, con repercusiones negativas en la salud de todo el organismo. Entre ellos, mencionamos el amoníaco (tóxico para el cerebro), las aminas biogénicas (altamente tóxicas), las nitrosaminas (hepato-carcinógenos) y los ácidos biliares secundarios (promotores potentes del cáncer de colon).

Los ácidos grasos de cadena corta producidos por la fermentación de prebióticos también se atribuyen funciones protectoras contra enfermedades inflamatorias del intestino. El ácido butírico parece tener un efecto preventivo en el desarrollo del cáncer de colon; además, los FOS mejoran la biodisponibilidad de las isoflavonas presentes en las leguminosas (sustancias a las que los efectos protectores se atribuyen a diferentes tipos de cáncer, como la mama y la próstata).

Mucosa tropismo y proliferación celular.

Los ácidos grasos de cadena corta (especialmente butíricos), además de reducir la proliferación de patógenos y tener propiedades antidepresivas, son un excelente nutriente para las células de la mucosa colónica y contribuyen a mejorar su trofismo y eficacia. Todo esto se traduce en una mejor absorción de nutrientes en detrimento de sustancias tóxicas.

Mayor biodisponibilidad de los minerales.

Los prebióticos facilitan indirectamente la absorción de agua y algunos minerales en forma ionizada, en particular calcio y magnesio.

Acción hipocolesterolémica.

En algunos estudios, los prebióticos han demostrado ser útiles para reducir la concentración plasmática de colesterol y, en menor medida, los triglicéridos. Probablemente, como suele suceder cuando hablamos de colesterol, la eficacia de estas sustancias depende del tipo de nutrición del sujeto: cuanto más rico en grasas saturadas y colesterol y mayor sea el efecto de los prebióticos.

En la naturaleza, los oligosacáridos están presentes en muchas plantas comestibles como la achicoria, la alcachofa, la cebolla, los puerros, el ajo, los espárragos, el trigo, los plátanos, la avena y la soja. A nivel industrial, la inulina se obtiene principalmente de la raíz de la achicoria (un desecho industrial se transforma en un producto precioso). A partir de esta fibra, se pueden producir otros prebióticos, como el FOS, por hidrólisis enzimática. En el campo industrial, los oligosacáridos de fruta también se obtienen a partir de sacarosa, de acuerdo con un proceso conocido como transfructosilación.

Dosis de ingesta y posibles efectos secundarios.

Las dosis recomendadas de ingesta de los dos prebióticos más conocidos y más estudiados (FOS e inulina) generalmente varían de 2 a 10 gramos por día. Solo si se toma en dosis altas puede causar trastornos gastrointestinales leves, como flatulencia, meteorismo y diarrea; Para evitar estos trastornos, es aconsejable aumentar gradualmente la dosis de ingesta, hasta alcanzar el régimen en unas pocas semanas.

Los suplementos dietéticos prebióticos son particularmente adecuados para aquellos que siguen una dieta pobre en frutas y verduras, deben recuperarse de la terapia con antibióticos o padecen trastornos gastrointestinales (en este caso, es bueno hablar primero con su médico, según corresponda, según corresponda). Los prebióticos podrían tener efectos opuestos a los esperados).