fisiología

Flora bacteriana humana

Ver también: flora bacteriana vaginal, flora bacteriana intestinal, flora bacteriana oral

generalidad

La flora bacteriana humana consiste en numerosas especies microbianas que colonizan áreas expuestas, como la piel, o que se comunican con el exterior, como la cavidad bucal, el tracto gastrointestinal, el tracto respiratorio, la vagina y el tracto urinario inferior.

Durante la vida fetal, el organismo no posee una verdadera flora bacteriana, ya que la placenta impide el paso de la gran mayoría de los microorganismos.

La situación cambia radicalmente en el momento del parto, cuando el bebé entra en contacto con los microbios que provienen del tracto genitourinario de la madre. Durante las siguientes horas y días, se instalarán los gérmenes transmitidos por las personas y el entorno con el que el cuerpo joven entra en contacto. A partir de este momento, las áreas corporales mencionadas comenzarán a adquirir su complejo "ecosistema", que consiste en varias especies microbianas.

Lo que al principio puede parecer un proceso pasivo, es en realidad un sistema complejo y delicado, fuertemente regulado por un vínculo hecho de beneficios mutuos. El cuerpo humano proporciona sustratos de nutrientes a su propia flora bacteriana, que a su vez lo protege de los agentes patógenos y evita el desarrollo de otros microorganismos en el mismo hábitat. En estas interacciones complejas, el sistema inmunológico representa un espectador atento, listo para intervenir si se rompe el equilibrio. Las bacterias, normalmente no dañinas, de hecho pueden volverse dañinas cuando se multiplican sin control o migran a otras áreas del cuerpo.

Los déficits alimentarios, las lesiones traumáticas, los tratamientos con antibióticos prolongados o la reducción temporal de las defensas inmunitarias pueden provocar una alteración de la flora microbiana humana.

Flora cutánea bacteriana

Como puede imaginar, la superficie del cuerpo está expuesta a una gran variedad de colonizadores potenciales, de los cuales se protege adoptando diferentes estrategias defensivas (lípidos presentes en el sebo y en la película hidrolipídica, hidratación deficiente, intercambio frecuente de las capas celulares externas, pH ácido y inmunoglobulinas del sudor). Por este motivo, los asentamientos bacterianos se concentran cerca de los orificios de la piel y en las zonas más húmedas, como las axilas o los pliegues interdigitales de los pies. La descomposición de los lípidos cutáneos y las secreciones glandulares es responsable de los malos olores que, por casualidad, se vuelven más intensos precisamente en las áreas cutáneas mencionadas anteriormente. Del mismo modo, las alteraciones de la flora bacteriana cutánea normal pueden ser responsables de olores desagradables, que no siempre son un signo de mala higiene personal.

Apoyada por la excesiva secreción de sebo, la proliferación de algunos microorganismos y en particular de Propionibacterium acnes, favorece el establecimiento de procesos inflamatorios que ocurren con la aparición de forúnculos y acné.

Flora bacteriana del sistema respiratorio.

La flora bacteriana de las vías aéreas superiores es muy similar a la oral pero menos abundante. A medida que desciende a lo largo del árbol respiratorio, la concentración de estos microorganismos disminuye aún más, hasta el punto de cancelación en los alvéolos pulmonares.

El moco, secretado por las glándulas mucíparas respiratorias, ayuda a proteger el organismo de los agentes patógenos, al obstruirlos dentro y neutralizarlos a través de los anticuerpos con los que está dotado.

Flora bacteriana del aparato digestivo.

El tracto digestivo está colonizado por un impresionante número de microorganismos, particularmente numerosos también desde el punto de vista cualitativo. En la cavidad oral encontramos la llamada placa bacteriana, una especie de pátina adherida a la superficie de los dientes sobre la cual se desarrollan las bacterias. Las principales causas de caries son Streptococcus mutans y Lactobacillus acidophilus . El organismo se defiende de su ataque cariogénico a través de la saliva, pero poco puede hacer cuando una dieta excesivamente rica en azúcares se acompaña de una higiene bucal deficiente.

El mal olor (halitosis) puede ser, también en este caso, un signo de la presencia de ciertas colonias bacterianas, cuyo metabolismo produce sustancias volátiles sulfurosas con olores desagradables.

Pequeñas colonias de patógenos como Candida albicans también se pueden encontrar en la cavidad oral de personas sanas. Sin embargo, estos microorganismos están presentes en cantidades numéricamente insuficientes para llevar a cabo su actividad patógena. Cuando aumenta su virulencia, por ejemplo, debido a una disminución temporal de las defensas del cuerpo, pueden dar lugar a condiciones patológicas específicas (en este caso a la candidiasis).

En el estómago, la presencia de microorganismos está fuertemente limitada por la acidez gástrica. Helicobacter pylori es una excepción que puede causar, a largo plazo, la formación de una úlcera.