salud de la mujer

Lavandas vaginales

generalidad

Los lavados vaginales se utilizan para lavar o limpiar la vagina, aprovechando la acción limpiadora de un chorro de líquido dirigido hacia las paredes internas de este canal musculomembranoso. Para este propósito, se utilizan dispositivos simples, insertando una cánula de goma conectada a una bolsa o alfiler que contiene el líquido a irrigar en la vagina.

Este procedimiento, llamado ducha o irrigación, puede usarse con las adaptaciones necesarias también para limpiar otras cavidades del cuerpo, como cuando se practica un enema. En este último caso, es recomendable evitar el uso del mismo dispositivo para llevar a cabo el lavado vaginal y el enemigo, a fin de evitar que las bacterias que sobrevivieron a las operaciones de limpieza causen infecciones molestas.

¿Cuándo usarlos?

Las lavandas o duchas vaginales están disponibles y normalmente no requieren receta médica, lo que en cambio se hace necesario para la compra de lavandas específicas para fines terapéuticos o para la preparación de algunas pruebas de diagnóstico.

Las mujeres recurren a los lavados vaginales por varias razones, como eliminar los residuos menstruales, eliminar los malos olores o por razones psicológicas (higiene íntima obsesiva, deseo de "cancelar" la relación sexual que acaba de terminar, etc.).

Incluso hoy en día, algunas mujeres usan de manera ingenua los lavados vaginales, después de las relaciones sexuales, para la anticoncepción o para protegerse de enfermedades de transmisión sexual; en realidad ambas prácticas son inútiles y potencialmente peligrosas. Las sustancias disueltas en el líquido con el que se irriga el ambiente vaginal pueden alterar la microflora local, lo cual es muy importante para prevenir infecciones.

El empobrecimiento de las bacterias útiles puede favorecer el injerto de patógenos y su recuperación en el útero y en las trompas, exponiendo los genitales internos al riesgo de infecciones graves (las consecuencias pueden ser muy graves, como la temida enfermedad inflamatoria pélvica). Por la misma razón, es incorrecto recurrir a las duchas vaginales para eliminar los malos olores, que en su lugar deben llamarse a la atención del médico o ginecólogo (son comunes en presencia de vaginosis bacteriana e infección por Gardnerella). Durante el lavado íntimo, el riesgo de introducir cualquier bacteria dañina localizada en la superficie de la cánula en la vagina también es concreto.

La eficacia anticonceptiva de los lavados vaginales es muy modesta, estimada en un 15-30%, en comparación con el 97-98% del condón utilizado correctamente. Las duchas vaginales basadas en sustancias espermicidas no pueden considerarse una herramienta anticonceptiva válida.

Por esta razón, la irrigación vaginal es una práctica desaconsejada por muchos ginecólogos, que se reservan para tratar ciertas afecciones, como infecciones crónicas de origen bacteriano o micótico. En este caso, se utilizan líquidos medicados, recetados por el médico y utilizados bajo su estricto control.

Higiene vaginal

La higiene genital debe confiarse a la combinación simple de agua tibia y jabón suave, como la de Marsella, o formulaciones específicas con pH fisiológico (que a nivel vaginal es, durante la edad fértil, ligeramente ácida, alrededor de 4 - 4.5). No se recomiendan todos los productos cosméticos, como aerosoles, perfumes, polvos o espumas que no hayan sido probados específicamente para la higiene íntima; El riesgo de irritación o reacciones alérgicas sería alto.

Lavarse es una buena práctica comenzar desde la vagina y descender hacia el ano, no al revés, ya que esta maniobra facilitaría el contacto de las bacterias fecales con los genitales externos.

Lavados vaginales y enfermedades de transmisión sexual.

Ya hemos mencionado la inutilidad y el peligro de usar lavados vaginales con el objetivo de prevenir enfermedades venéreas. Cuando estas patologías se manifiestan, generalmente producen síntomas característicos, como leucorrea y picazón, irritación, enrojecimiento, ardor y dolor vulvar-vaginal (a veces amplificado por las relaciones sexuales). En estos casos, el uso de un lavado vaginal para eliminar las pérdidas anormales no solo puede agravar el proceso infeccioso, sino que puede retrasar el diagnóstico médico.

Si algo no sale a un nivel íntimo, se debe alertar al ginecólogo lo antes posible; ¡Ay de esperar que la enfermedad regrese espontáneamente o que se resuelva con un simple lavado vaginal! Aunque en las etapas iniciales los síntomas son particularmente modestos, a la larga, algunas enfermedades venéreas pueden tener consecuencias devastadoras, como infertilidad, mayor riesgo de embarazo ectópico y dolor, incluso de alta intensidad, en la parte inferior del abdomen y la pelvis.