salud de la piel

Síntomas de esclerodermia

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definición

La esclerodermia es una enfermedad inflamatoria crónica del tejido conectivo. Se caracteriza por un engrosamiento anormal de la piel, con afectación de otros órganos (especialmente los pulmones, el corazón y el sistema digestivo).

Los mecanismos fisiopatológicos subyacentes a la esclerodermia incluyen cambios en los vasos sanguíneos (daño vascular) e hiperactivación de los fibroblastos, con hiperproducción y deposición de colágeno en los tejidos (fibrosis difusa). Sin embargo, las causas exactas aún no se conocen. Probablemente, hay factores inmunológicos, genéticos y ambientales involucrados, como la exposición a sustancias tóxicas (disolventes orgánicos, sílice, cloruro de vinilo, bleomicina, etc.).

La esclerodermia es más común en mujeres y generalmente afecta a personas de 20 a 50 años; Es raro en los niños.

La esclerosis sistémica varía según la gravedad y el curso. De hecho, existe como

  • forma cutánea limitada o síndrome CREST (acrónimo de calcinosis, fenómeno de Raynaud, alteraciones en la motilidad esofágica, esclerodactilia y teleangectasias). Se caracteriza por un inicio gradual, que involucra piel y progresión lenta antes de la aparición de una patología visceral;
  • Forma difusa : rápidamente progresiva y con frecuencia fatal, con engrosamiento generalizado de la piel y afectación temprana de los órganos internos. La esclerodermia puede superponerse con otras enfermedades reumáticas autoinmunes (por ejemplo, conectivitis mixta).

Síntomas y signos más comunes *

  • alopecia
  • Alteraciones del alvo.
  • anorexia
  • arritmia
  • astenia
  • Boca seca
  • Brazos hinchados
  • calcinosis
  • cardiomegalia
  • Disminución de la sudoración
  • Discromías de la piel
  • disfagia
  • disnea
  • Dolor de pecho
  • Dolor de bazo
  • Dolores en las articulaciones
  • Dolores musculares
  • edema
  • eosinofilia
  • Hormigueo en las manos
  • hipertensión
  • hipomimia
  • macrocitosis
  • Piel seca
  • Perdida de peso
  • neumotórax
  • reumatismo
  • Rigidez articular
  • Regurgitación ácida
  • esclerodactilia
  • Sequedad ocular
  • Sindrome de raynaud
  • telangiectasia
  • tos
  • Úlceras cutáneas

Direcciones adicionales

Entre los síntomas comunes de la esclerodermia se encuentran: endurecimiento y engrosamiento de la piel, fenómeno de Raynaud, dolor articular generalizado, disfagia, pirosis y contractura de los dedos.

La enfermedad a menudo comienza al nivel de las manos, especialmente de los dedos (esclerodactilia), y luego se extiende a otras áreas del cuerpo. La piel se vuelve tensa y brillante, hipopigmentada o hiperpigmentada. Además, tiene pérdida de cabello en las áreas afectadas, adherencia a los tejidos subyacentes y desaparición gradual de las arrugas. Son frecuentes la ulceración de los nudillos y los extremos distales de los dedos. Además, las calcificaciones subcutáneas pueden desarrollarse, en general, sobre las articulaciones o prominencias óseas. En los dedos, el pecho, la cara, los labios y la lengua aparecen telangiectasia (pequeños vasos que se hacen visibles en la piel), mientras que las uñas se ven afectadas por anomalías capilares. Con respecto a las articulaciones, son frecuentes las poliartralgias, la limitación progresiva de los movimientos y las contracturas de los dedos, muñecas y codos.

En ocasiones, las primeras manifestaciones pueden consistir en síntomas respiratorios (p. Ej., Disnea) o trastornos gastrointestinales (p. Ej., Reflujo ácido, dificultad para tragar los alimentos, motilidad intestinal lenta con dificultades digestivas, malabsorción y formación de divertículos).

La participación de los pulmones, el corazón y los riñones es responsable de la mayoría de las muertes. La fibrosis pulmonar puede comprometer el intercambio gaseoso y evolucionar a insuficiencia respiratoria. Tanto la hipertensión pulmonar como la insuficiencia cardíaca pueden desarrollarse. También pueden ocurrir arritmias cardíacas y pericarditis. La enfermedad también puede conducir a una afectación renal que conduce a insuficiencia renal crónica leve o una crisis renal aguda grave.

El diagnóstico es clínico, pero la confirmación de autoanticuerpos en el suero y otras pruebas de laboratorio facilitan su confirmación. El tratamiento está orientado al control de los síntomas y complicaciones de la enfermedad.