La inflamación crónica es el enemigo número uno hacia el cual se concentra una gran cantidad de investigaciones en el campo de la medicina. De hecho, numerosas evidencias han demostrado cómo la persistencia de un proceso inflamatorio crónico desencadena una especie de efecto dominó, causado por la hiperactivación del sistema inmunológico. El resultado de esta reacción en cadena es una agresión de los tejidos, que puede tener consecuencias dramáticas, como la ruptura de una placa aterosclerótica o el desarrollo de mutaciones genéticas.
Numerosos estudios preclínicos han proporcionado una base sólida desde la cual estudiar en profundidad la eficacia de la curcumina contra diversas enfermedades humanas sobre una base inflamatoria.
Se han observado algunos efectos prometedores en pacientes con diversas enfermedades proinflamatorias, que incluyen diversas formas de cáncer, enfermedad cardiovascular, artritis, uveítis, proctitis ulcerosa, enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa, síndrome del intestino irritable, enfermedad de úlcera péptica, liquen plano Oral, gastritis, vitiligo, psoriasis, síndrome coronario agudo, aterosclerosis, diabetes, nefropatía diabética, microangiopatía diabética, nefritis lúpica, discinesia biliar, colecistitis y prostatitis bacteriana crónica.
Desafortunadamente, la mayor limitación del uso de la curcumina como antiinflamatorio está relacionada con su baja biodisponibilidad.
