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Los síntomas de la hepatitis A

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definición

La hepatitis A es una enfermedad infecciosa que causa una inflamación generalizada del hígado.

El agente causal es un pequeño virus de ARN monocatenario, de la familia picornaviridae, llamado virus de la hepatitis A (VHA). La infección hepática se contrae principalmente por vía oro-fecal, principalmente por contacto directo con otras personas infectadas o por ingestión de alimentos y agua contaminados. Los alimentos en riesgo son, en particular, los mariscos crudos consumidos. Las malas condiciones de higiene personal y el comportamiento incorrecto de la comida durante la manipulación de los alimentos pueden promover el contagio.

La hepatitis A también puede transmitirse a través de prácticas sexuales de naturaleza oral-anal y, en raras ocasiones, es posible una infección transmitida por la sangre. El virus de la hepatitis A prolifera en el intestino y el hígado, y se excreta a través de las heces con eliminación máxima 1-2 semanas después de la infección (es decir, antes del inicio de los síntomas).

Síntomas y signos más comunes *

  • anorexia
  • astenia
  • Transaminasas aumentadas.
  • escalofríos
  • Dolor abdominal
  • Dolor de bazo
  • Dolor en la parte superior del abdomen.
  • Dolores musculares
  • edema
  • hepatomegalia
  • fiebre
  • Dejé claro
  • ictericia
  • Dolor de cabeza
  • náusea
  • picazón
  • esplenomegalia
  • Orina oscura
  • vómitos

Direcciones adicionales

El inicio de la sintomatología es abrupto. Después de un período de incubación relativamente corto (15-50 días, en promedio 1 mes), la hepatitis A se manifiesta con síntomas similares a los de la gripe: fiebre, dolor de cabeza, pérdida de apetito, dolor muscular y abdominal, náuseas, vómitos y malestar general . Posteriormente, aparecen signos sugestivos de daño hepático, como ictericia (color amarillo de la piel, membranas mucosas y esclerótica del ojo), debido al aumento de la concentración de bilirrubina en la sangre. Incluso la orina puede volverse oscura, de color marsala, debido a la bilirrubina que se acumula en la circulación, mientras que las deposiciones se vuelven claras.

En algunas personas, la hepatitis A puede ser asintomática.

En la mayoría de los casos, la hepatitis A tiene una evolución benigna y se resuelve espontáneamente en unas pocas semanas, sin dejar ningún daño permanente al hígado. La letalidad es bastante baja (calculada en torno al 0, 1%) y se correlaciona sobre todo con la posible insuficiencia hepática aguda (hepatitis fulminante). A diferencia de la hepatitis B y C, no se vuelve crónica; además, el que cura de la hepatitis A desarrolla una inmunidad duradera que protege de infecciones posteriores.

La hepatitis A se diagnostica a través de un examen médico en la fase sintomática y el análisis de una muestra de sangre y heces. La dosificación de marcadores serológicos permite la detección de anticuerpos contra el virus (IgM anti-HAV: producida en las primeras etapas de la infección aguda, alcanza el pico aproximadamente 1-2 semanas después de la aparición de ictericia, IgG anti-HAV: indicar Exposición previa al VHA).

El tratamiento suele ser de apoyo. En general, se recomienda reposo y una dieta equilibrada. La hepatitis A se puede prevenir mediante la vacunación, recomendada para todas las personas con alto riesgo de contraer la enfermedad (personal médico, sujetos con enfermedad hepática crónica e inmunodeprimidos).

Además de la vacunación, deben observarse ciertas medidas de higiene para prevenir la transmisión de la hepatitis A. Es muy importante lavarse las manos, especialmente después de usar el inodoro y antes de preparar las comidas o comer. No beba agua de pozo o en cualquier caso de origen incierto. En lo que respecta a los alimentos, es muy importante evitar los mariscos crudos o poco cocinados, ya que pueden ser una fuente de infección. Las frutas y verduras deben lavarse siempre bien antes de consumirlas y, cuando sea posible, pelarlas.