salud del corazon

Tejido adiposo epicárdico y riesgo cardiovascular.

El tejido adiposo del cuerpo humano se puede dividir en dos macro-compartimentos:

  • tejido adiposo subcutáneo: presente en la capa más profunda de la piel (hipodermis)
  • tejido adiposo visceral: ubicado en el espacio entre las vísceras, es decir, alrededor de los órganos internos, como el hígado, los intestinos y los riñones.

La grasa epicárdica [ tejido adiposo epicárdico (EAT)] es un tipo particular de tejido adiposo visceral, que cubre el corazón y las arterias coronarias. En condiciones normales, constituye aproximadamente el 20% del peso total del órgano.

Recuerde que los ácidos grasos son la principal fuente de energía del corazón, por lo que este tejido adiposo representa una reserva de energía local para el músculo cardíaco. Además, la grasa epicárdica parece útil para amortiguar la expansión violenta de las arterias durante la contracción cardíaca, para mantener las arterias coronarias en su lugar y para proteger el corazón en caso de un traumatismo contagioso. Es importante destacar que este tejido adiposo regula la homeostasis de los ácidos grasos a nivel de la microcirculación coronaria, por ejemplo, aceptando su depósito cuando están presentes en exceso.

Los problemas, como siempre, comienzan cuando la grasa epicárdica aumenta mucho en comparación con la norma, una condición típica de los sujetos obesos. Al ser un tipo de grasa visceral, el tejido adiposo epicárdico es alto sobre todo en aquellos con una obesidad del tipo android (manzana), que sabemos que es el más peligroso para la salud.

Al igual que otras grasas viscerales, la hipertrofia de las células adiposas epicárdicas aumenta la síntesis de moléculas proinflamatorias, que actúan negativamente tanto a nivel local como sistémico. Los niveles altos de tejido adiposo visceral están asociados, por ejemplo, con altas concentraciones de LDL, aterosclerosis, resistencia a la insulina y aumento de la presión arterial.

Por todas estas razones, la grasa epicárdica ahora se considera un predictor independiente de enfermedad coronaria y riesgo cardiovascular.

Su cantidad puede ser medida por un ultrasonido cardíaco común.

Afortunadamente, la grasa epicárdica también responde a la pérdida de peso, reduciendo su volumen en caso de pérdida de peso generalizada.