salud de la piel

Síntomas de rosácea

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definición

La rosácea (acné rosácea) es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que afecta predominantemente a la parte central de la cara (mejillas, nariz, barbilla y frente).

Las causas de la aparición de la rosácea son desconocidas, pero es probable que se deba a la fragilidad de los capilares faciales, tanto por una predisposición genética, como por causas ambientales y relacionadas con el estilo de vida. La implicación de ácaros del folículo ( Demodex folliculorum ) y una infección por Helicobacter pylori también fue hipotetizada.

En la mayoría de los casos, la rosácea afecta a los adultos (30-50 años) con una tez clara. Los factores agravantes son el estrés emocional, el clima frío o caliente, la ingestión de comidas picantes o picantes, los esfuerzos físicos, el viento, los cosméticos, el consumo de bebidas calientes o alcohólicas. Además, los que están acostumbrados a fumar, tomar demasiado café o usar saunas y baños turcos con frecuencia están predispuestos a la rosácea. Ciertos agentes, especialmente los anticonceptivos y las cortisonas, también son responsables del efecto vasodilatador en los capilares. Finalmente, la exposición al sol aumenta la naturaleza inflamatoria del problema y hace que el defecto sea más evidente (el calor causa vasodilatación).

Síntomas y signos más comunes *

  • Enrojecimiento de la cara
  • Ardor en los ojos
  • conjuntivitis
  • edema
  • eritema
  • fotofobia
  • Hinchazón de los párpados
  • lagrimeo
  • Nariz bulbosa y roja.
  • Ojos rojos
  • pápulas
  • picazón
  • pústulas
  • telangiectasia
  • Sofocos

Direcciones adicionales

La rosácea se caracteriza por un enrojecimiento de la cara, asociado con telangiectasias (dilatación de los vasos sanguíneos superficiales, que se hacen visibles en la nariz y las mejillas), pápulas y pústulas. La aparición de enrojecimiento en la cara puede ir acompañada de ardor, calor y ligera hinchazón. En los casos más graves, se produce un engrosamiento de la piel, que a veces se hace particularmente evidente sobre y alrededor de la nariz, que parece bulbosa e inflamada (rinofima). Algunos síntomas del acné rosácea también pueden desarrollarse en el cuello, el cuero cabelludo y las orejas. Además de los problemas de la piel, la enfermedad puede causar síntomas en los ojos y los párpados (rosácea ocular): sequedad, sensación de ardor, hinchazón de los párpados, enrojecimiento de la conjuntiva, sensibilidad acentuada a la luz y lagrimeo.

El acné rosácea tiende a tener un curso progresivo, por lo que los síntomas tienden a empeorar con el tiempo. Generalmente hay cuatro fases secuenciales. La fase pre-rosácea puede comenzar con sofocos y una tendencia a sonrojarse fácilmente, a menudo acompañada por una sensación molesta de hormigueo. En la fase vascular, los pacientes desarrollan eritema y edema facial con telangiectasias. Sigue una fase inflamatoria, durante la cual aparecen pápulas (pequeñas protuberancias rojas) y pústulas (relieves llenos de pus). Durante la rosácea avanzada aumenta el enrojecimiento de la piel y el número de vasos sanguíneos visibles. Esta última fase de la rosácea también se caracteriza por una hiperplasia de tejido grueso de las mejillas y la nariz (rinofima) debido a la inflamación del tejido.

Debido al curso progresivo de la rosácea, el diagnóstico temprano es importante y los tratamientos tienden a ser más efectivos si se inician antes.

El diagnóstico se basa en la evaluación clínica. En formas moderadas y graves, el trastorno a veces tiene una apariencia similar al acné vulgar, pero difiere de él esencialmente debido a la edad de inicio (adulto en lugar de pubertad) y la ausencia de comedones (puntos negros). El diagnóstico diferencial también debe hacerse con respecto al lupus eritematoso sistémico, la fotodermatitis y las erupciones de drogas.

El tratamiento puede controlar y reducir los signos y síntomas característicos de la rosácea. La terapia implica evitar los factores desencadenantes (importante es el uso de filtros solares) y generalmente implica el uso de antibióticos orales y tópicos (por ejemplo, metronidazol y ácido azelaico). Algunas formas pueden atenuarse mediante tratamientos con láser vascular (p. Ej., Láser de tinte y KTP), luz pulsada (IPL) y terapia fotodinámica. Además, para las formas graves de rinofima, se puede indicar la intervención quirúrgica (dermoabrasión y escisión del tejido).